Puentes Educativos - Notas
La doctora en educación y el licenciado en economía abordaron los desafíos de innovar en la escuela de cara al futuro, con enfoques tan diversos como complementarios.
Por Aldo BianchiLos
organizadores de la 28º edición de las Jornadas de Educación, dadas en el marco
de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, convocaron a Mariana
Maggio y a Santiago Bilinkis para que compartieran la conferencia
titulada “Los
desafíos de innovar en la escuela: reflexiones sobre el futuro”. Una idea feliz, sin
lugar a dudas, puestos que con enfoques tan diversos como complementarios
arrojaron luz sobre la problemática en cuestión.
Primero fue el turno del
emprendedor tecnológico –como gusta que lo llamen–, quien inició su ponencia haciendo
hincapié en que la educación es la herramienta más poderosa que las sociedades
tienen para moldearse a sí mismas y que, como tal, resulta significativo
evaluar qué capacidades concretas posee a la hora de incidir sobre un futuro que
no solo es incierto, sino que además promete cambios drásticos para plazos no
tan lejanos como habitualmente imaginamos.
Compartió entonces un
ejercicio que realizó al consultar a sus oyentes de la radio acerca de si el
actual trabajo que poseen podría ser transformado por la tecnología en los
próximos 20 años. Sostuvo que el 71% de las personas dijo creer que no, razón
por la cual aseveró que esta negación es uno de los problemas graves a los que
nos enfrentamos como sociedad. Explicó que, si bien las profesiones no van a
desaparecer de aquí a 10 años, por entonces significarán otra cosa ya que habrá
tareas que las computadoras realizarán mejor que los humanos.
Puntualizó que, de acuerdo
con estadísticas de la UBA, a la hora de escoger qué estudiar los jóvenes de la
denominada Generación Z eligen carreras como económicas, derecho, enfermería,
arquitectura, psicología, educación o medicina; y que en último término aparecen
todas las ingenierías, informática, biología, física, matemática y estadística.
A su modo de ver, esto significa que los
nativos digitales tampoco logran visualizar el problema. Y no dudó en afirmar
que, debido a que la tecnología se quedará con muchos de nuestros trabajos
actuales, se hace imprescindible comenzar tomar consciencia de esa realidad y actuar en
consecuencia. Frente a ello, instó a no intentar pelear solos contra las
máquinas; muy por el contrario, sostuvo que su apuesta pasa por el centauro, la
unión de computadora y humano. Y aseguró que todas las predicciones que indican
que las computadoras harán de todo y que los humanos no tendremos qué hacer,
pasan por alto este dato fundamental. Habrá lugar para los humanos en el
trabajo del futuro pero será un lugar muy diferente al de hoy, concluyó,
definiendo que la parte más importante que tenemos para aportar es nuestra
propia humanidad.
En un segundo abordaje, se enfocó
sobre el impacto que los cambios tecnológicos generan en la educación y de qué
manera se conecta con la práctica docente. Para el alivio de los presentes, remarcó
que aún faltan 10 años para que podamos empezar a ver el impacto, pero indicó
que estamos inmersos en un dilema: hay que preparar a los alumnos para un mundo
que no sabemos cómo va a ser y para trabajos que no se parecerán en nada a los
actuales. Trabajar va a querer decir otra cosa,
aseguró. Y, compartió otra preocupación:
el 70% de la gente cree que ya está lista para estos nuevos trabajos, cuando ni
siquiera sabemos cómo van a ser. ¿Cómo hacer, entonces, para empezar a
prepararnos? Habrá que empezar a desarrollar nuevas capacidades, sugirió.
Acto seguido, ejemplificó con otro de sus estudios.
Consultó a gerentes de recursos humanos de grandes compañías acerca de qué
habilidades buscaban hace 10 años, cuáles buscan hoy y cuáles creen que
buscarán dentro de 10 años. El resultado que presentó resulta muy interesante: hace 10 años buscaban habilidades
duras como experiencia, conocimiento y dedicación; hoy buscan habilidades
blandas como liderazgo, flexibilidad, resiliencia y empatía; mientras que a la
hora de proyectar de cara a la próxima década, avizoran que la búsqueda debería
estar orientada hacia la innovación, la creatividad y la capacidad para el
aprendizaje continuo.
Reconoció que, si bien la tecnología es absolutamente
omnipresente y tiene que penetrar el aula en todas las maneras imaginables, no es
condición suficiente poner una computadora en el banco de cada chico; más bien,
de lo que se trata es de reenfocar la tarea y comenzar a formar en nuevas
habilidades, aprovechando los infinitos recursos y capacitaciones online
existentes.
Como mensaje final, Bilinkis dijo que es fundamental desarrollar
el pensamiento prospectivo, ese que permite proponerse ideas y proyectos para
desarrollar en un plazo de (al menos) 5 o 10 años. En definitiva, para otro
mundo.
Luego llegó el turno de la
doctora en educación Mariana Maggio,
cuya obra más reciente se titula “Reinventar la clase en la universidad”. Inició
su alocución señalando que no alcanza con declarar el futuro y que es necesario
asumir una propuesta pedagógica y didáctica que nos conduzca hacia allí.
Declaró imprescindible construir una tecnología educativa y una didáctica
contemporánea que sostenga como encuadre la construcción del futuro que
soñamos. Aseguró que esto discute con la didáctica clásica, que continua estando
estructurada por la explicación y la centralidad de la teoría ya construida, así
como por la secuencia lineal progresiva, su aplicación y verificación. No llegaremos
nunca a lo que propone Bilinkis si
seguimos el paso a paso sobre todo el conocimiento teórico construido, reconoció.
Instó entonces a desarmar los modos de hacer heredados y hegemónicos para dar
paso a una clase como una experiencia que valga la pena ser vivida; una clase que todas y todos quieran
compartir porque lo que allí sucede nos sorprende, es original y nos emociona.
A partir de ese punto, su
discurso remitió a su última obra donde plantea la necesidad de nutrir a las
prácticas de enseñanza en torno a lo que define como el #co-diseño. Claro que la autora no refiere solamente a la acción de
discutir a diario propuestas pedagógicas a nivel interno y externo, sino ya a
la necesidad de dar un paso más y asumir una propuesta de co-diseño con los
estudiantes. En este sentido, dio cuenta de las primeras experiencias
desarrolladas durante el año pasado y explicó que con ese mismo lineamiento
comenzaron a hacer foco este año. Justamente de allí surgen algunas de las ideas
que, según Maggio, emergen con claridad en muchas escuelas y que son las que nos
permitirán construir el futuro que queremos.
La primera idea está
vinculada con profundizar la concepción de co-diseño de la propuesta, algo que
implica empezar por el rediseño de las arquitecturas de aprendizaje, de los
edificios a las aulas; pero también de la interpretación curricular, lo que
supone escuchar a los estudiantes e imaginar con ellos y así poder construir
acuerdos para las prácticas de enseñanza.
La segunda idea propuesta es
asumir una enseñanza práctica colectiva, tal como una actividad social para
construir conocimiento y formar en equipo en el marco de una ciudadanía global,
incluyendo el trabajo con organizaciones
extramuros.
La tercer idea pasa por cohabitar
los entornos culturales, aquellos que pasan por la redefinición de la cultura
digital en sus diferentes plataformas y por los movimientos migratorios que se
producen en la sociedad. Expresó que habrá que animarse a comprender la
complejidad de las construcciones alcanzadas, especialmente para estudiantes
que necesariamente van a tener que trabajar en y con redes.
La cuarta idea surge de la
necesidad de documentar cooperativamente, lo que implica hacer visibles las
distintas formas de registros; para ello habrá que definir criterios y
establecer acuerdos metodológicos que permitan luego compartir tales registros
y analizarlos en colaboración.
La quinta idea lleva a Maggio a proponer la construcción de
encuadres compartidos para poder identificar las recurrencias, reconstruir
marcos interpretativos, someterlos a discusión pública e integrarlos en la
formación docente.
Finalmente, interpeló al auditorio y se interpeló a sí misma acerca del camino de la co-evaluación. La posición de Maggio no es definitiva, pero dejó claramente establecido que, a priori, no la cree posible. Declaró que si todo lo anterior constituye una línea concreta de avance, lo más probable es que dejemos de estar tan preocupados por la evaluación. Justamente –remarcó–a partir de esas experiencias donde se mueve todo, se construyen acuerdos, se apunta a transformar lo que está fuera de la escuela, donde se coopera y se documenta, y con estudiantes comprometidos con la participación, estaremos más próximos a alcanzar procesos evaluativos más genuinos.
Y sentenció: el futuro es .co