Puentes Educativos - Notas
Un amanuense de las letras cuyo bagaje cultural es amplio y está al servicio de los nuevos y pequeños lectores.
Por Marcela Testadiferro“La
escuela condiciona un poco, es cierto, pero es algo que ya está implícito en el
género. Cuando escribís, sabés que lo estás haciendo para lectores que no manejan
un lenguaje sofisticado. Un libro para un chico de alrededor de ocho años no
puede tener palabras complicadas. A medida que vas apuntando a chicos más
grandes podés arriesgarte más con las palabras, jugar con la construcción, con
el salto de una primera persona a una tercera. Pero también pienso que la
escuela es menos censora de lo que creemos. La veo más como impulsora que como
vetadora. Incluso hay más apertura en el ámbito de las temáticas: se puede
hablar de sida, del divorcio y las separaciones, de las familias
disfuncionales, ensambladas, que son nuestra realidad de los últimos años.”
Mario
Méndez
Buceador de historias
Escritor,
maestro, editor: las múltiples tareas de este autor se corresponden con su
variopinta producción. Si algo hay que destacar en el marplatense es la
diversidad de sus trabajos que no escatiman zarpazos arriesgados a la
imaginación pero que también suelen zambullirse en la Historia como herramienta
del juego ficcional. La intertextualidad con textos clásicos también ha sido
parte de su escritura, por lo cual nos encontramos ante un amanuense de las
letras cuyo bagaje cultural es amplio y está al servicio de los nuevos y
pequeños lectores.
Definiéndose
como un lector voraz, Méndez busca en sus textos generar la pasión que él mismo
siente al leer. Por eso, no parece haber temas ni escenarios vedados. Hay tanto
para contar que resulta imposible analizar una sola faceta de su escritura, que
se nutrió de clásicos adaptados y de relatos paternos.
Hablaremos
de algunos de sus libros, esbozando apenas un haz de luz sobre su vastísimo
trabajo de explorador de un universo que, desde su óptica, está lleno de relatos.
Pasiones de mar
Uno
de sus escenarios favoritos obviamente es el mar, y muchas veces, la ciudad que
lo vio nacer. Es el caso de Pedro y los
lobos, una afable historia de amor protagonizada nada menos que por las
emblemáticas estatuas de piedra de Mar del Plata. Y también es la historia de
un fabulador, Pedro, un niño maduro, puesto que trabaja para ayudar a sus
padres, pero de una imaginación tan frondosa que puede pergeñar las historias
más inverosímiles.
La
desaparición de los lobos marinos de la playa Bristol es la excusa para fundar
una leyenda. ¿Por qué están ahí esos lobos desde que tenemos memoria? Como la
tradición popular crea relatos de metamorfosis para explicar el origen de un
río, de una montaña, de un pájaro; Mario Méndez crea la leyenda de la génesis
de esas moles de piedra. Y la une a la curiosidad, al deseo de ver mundo, y al
amor que se experimenta en todas las especies.
Mientras
tanto, el protagonista se erige con la estampa de cualquier buen escritor:
pinta la realidad con matices desproporcionados y atractivos, no miente sino
que simboliza aquello que vive en su cotidianeidad.
También
junto al mar sucede la historia de amor Ana
y las olas. Esta vez la aventura se traslada a Lagoa, ciudad de Brasil, y
tiene como protagonistas a dos adolescentes que son la reencarnación de decimonónicos
héroes brasileños.
Aquí
lo sobrenatural se conjuga con creencias ancestrales africanas encarnadas en la
abuela de Lucio y en la misteriosa repetición. Un amor, que fue imposible en la
Historia, se hace posible en esta
historia.
Anita
carga con el misterio y el milagro de repetir en su nombre y en parte de su
destino la increíble historia de Anita Garibaldi, esposa del legendario
Giuseppe, y es también la narradora de algunos capítulos de la novela. En este
sentido, el texto de Méndez también juega con las perspectivas de la narración,
un recurso interesante para ofrecer a lectores muy jóvenes.
La
novela, en síntesis, ilustra sobre el pasado histórico de la región sur de
Brasil y, al mismo tiempo, es una bella historia de amor que trasciende el
tiempo humano, las fronteras, las etnias y las religiones.
Trampas y aventuras
Uno
de sus últimos libros, El genio de la
cartuchera, nos instala en el escenario más conocido por nuestros alumnos:
la escuela. Y se detiene en ese objeto que todos poseen para denominarse
alumnos, sin importar lo que este recipiente contenga. Llena de bolígrafos
fluorescentes, rota, importada, la cartuchera es siempre un lugar de tesoros.
El
autor imagina entonces que la cartuchera puede albergar algo inusual: un genio
capaz de conceder deseos a los dueños de tal receptáculo. Pero solamente deseos
escolares. Se trata de una parodia de la lámpara de Aladino, especialmente
porque este ser parece tener pocos poderes para torcer el futuro.
Lo
más valioso del libro, que va dibujando cuentos como viñetas, donde siempre
aparece el genio torpe, es mostrar varias de las muchas situaciones que viven
los estudiantes. Obviamente, comienza con la más temida: el examen. Luego irá
recorriendo otras no menos frecuentes: el acto escolar, el cambio de
institución, las tareas para el hogar, compañeros y compañeras que atrapan el
corazón del educando y, quizá la historia más conmovedora, la vuelta a clase de
una mujer adulta, que de pequeña debió abandonar su escuela rural por la
situación económica de sus padres.
Como
ya hizo en Pedro y los lobos,
cualquier escenario urbano se convierte en teatro de aventura. Es lo que
también encontramos en El tesoro
subterráneo. Aquí también un
personaje que vive en la calle, un ciruja, un linyera, tiene en su relato la
semilla de un periplo lleno de peligros y alegrías.
En
esta novela es interesante el trabajo del autor al mostrar cómo un chico del
interior, el narrador, se topa con las miserias y las contingencias de la gran
ciudad. El barrio elegido es la Chacarita, donde la estación de tren y,
especialmente, los subterráneos serán parte de la sorpresas que Buenos Aires
depara a quienes vienen buscando una vida mejor.
A
Méndez no le asusta contar a jóvenes lectores la realidad de los chicos de la
calle, que llegan incluso a consumir sustancias delante de Leandro, nuestro
héroe, ni de incluir asesinatos a sangre fría en la novela. Pero también se
encarga de mostrar cuánto y cómo las cosas pueden mejorar si solamente uno
intenta perseguir sus sueños.
Entretenida,
próxima, muy porteña, la novela recomendada a partir de los 9 o 10 años, bucea en los distintos grupos sociales para
mostrar que en todos hay deseos de arriesgarse para ascender un escalón hacia
el futuro.
Historia argentina
Una
de las tramas recurrentes que enmarcan las narraciones de Méndez es la trama de
la Historia. El aprendiz es una clara
apuesta a esta estrategia.
En el
marco idílico de la Revolución de Mayo y los años previos, se desarrolla la vida
de Saturnino Caridad, un niño expósito que se hace a sí mismo. De la absoluta
carencia (sin padres, sin dinero, sin cultura), Nino comienza a construir un
hombre que es un héroe y un modelo de la fe en uno mismo. Enamorado de una
joven hija de españoles, aprende a leer y a escribir, participa en gestas
patrióticas, colabora en el diario de Hipólito Vieytes y es protagonista de la
Reconquista de Buenos Aires y la Semana de Mayo.
Nino
aprende y se construye. Descastado absolutamente, logra ascender en la escala
social e intimar con los héroes de la Revolución. Es un aprendiz, como lo son
los lectores de Méndez, quienes al frecuentar este texto reciben una versión
accesible del nacimiento del país. Como receptores, los alumnos aprenden que no
hay sueños imposibles, que podemos cambiar el lugar en el que nacimos, que
podemos conseguir el amor de nuestra vida, aunque se opongan las convenciones
sociales, y que un huérfano puede compensar sus truncas raíces con su capacidad
de imaginar el porvenir.
Quizá
demasiado idealista, la novela funciona para entender el pasado de la República
y para consolidar la confianza en uno mismo.
Parte
de nuestra Historia es también el lastre de la corrupción política, tema al que
también se le anima Méndez. Elegido por él mismo como uno de sus favoritos,
precisamente por el tópico que pareciera extraño a los niños, El monstruo del arroyo, es una auténtica
novela de terror. Una novela donde lo sobrenatural cede su paso a lo que
verdaderamente da miedo: ser víctimas de los poderosos, de los que administran
indecorosamente los bienes públicos.
El
escenario es un pueblito, donde como en todo municipio pequeño, los rumores son
protagonistas. Y en la población corre la leyenda, y con ella el temor, de que
existe un ser amedrentador cerca del arroyo, en una estancia abandonada.
Una
familia compuesta por un matrimonio de médicos y su hija vienen a cambiar lo
que resulta consuetudinario en estos caseríos. La ciencia se enfrenta a la
superstición. La honestidad a la corrupción.
Todos
los miembros de esta familia deciden explorar el misterio del monstruo, pero
solamente el accionar de Marilí, la niña, tendrá frutos. Por aproximaciones
paulatinas, el lector va entendiendo que el monstruo no es monstruo y que la
Intendencia saca provecho de esta argucia.
Y no
es necesario develar la sorpresa del final, porque lo que verdaderamente hace
Méndez es obligarnos a reflexionar y poner en cuestión las características del
género de terror. No es necesario acudir a lo sobrenatural para conocer el
miedo, el horror, porque está tan cerca que nos basta mirar lo cotidiano. El
terror es el que suscitan los seres humanos que son capaces de cometer grandes
atrocidades hasta deshumanizar a alguien privándolo de sus atributos
esenciales. Un terror que debería estremecernos pero no paralizarnos, para
saber que si hay monstruos a nuestro alrededor, tenemos la inteligencia, la
valentía, la honestidad, para combatirlos.
Bibliografía
GARCÍA
PADRINO, Jaime, coord. (2010): Gran
Diccionario de autores latinoamericanos de literatura infantil y juvenil. Fundación
SM, Madrid.
MÉNDEZ,
Mario (2011): Ana y las olas. Ríos de
tinta, Buenos Aires.
MÉNDEZ,
Mario (2010): El aprendiz. Alfaguara Juvenil,
Buenos Aires.
MÉNDEZ,
Mario (2013): El genio de la cartuchera. Alfaguara
Infantil, Buenos Aires.
MÉNDEZ,
Mario (2013): El monstruo del arroyo. Alfaguara
Juvenil, Buenos Aires.
MÉNDEZ,
Mario (2005): El tesoro subterráneo. Ediciones
SM, Buenos Aires.
MÉNDEZ,
Mario (2004): Pedro y los lobos. Alfaguara
Infantil, Buenos Aires.