Puentes Educativos - Notas
La motivación es uno de los principios metodológicos que resulta indispensable en cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por María Rosa Manas de BrutenMotivación
proviene del latín moveré que
significa moverse, ponerse en movimiento; es decir, estar listo para la acción.
En el aprendizaje es: proporcionar o fomentar motivos, es estimular la voluntad
de aprender.
La
motivación es uno de los principios metodológicos que resulta indispensable en
cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje. Para que un aprendizaje sea
constructivo y significativo es primordial que el sujeto esté motivado, y por
consiguiente que se apliquen de manera adecuada estrategias que lleven al
sujeto a querer alcanzar una determinada meta.
El
papel del maestro/a es fundamental en el proceso motivacional, así como también
diversos factores en el aula influyen en gran medida, como son: el lenguaje,
patrones de interacción docente-alumno, la organización de actividades
escolares, manejo de contenidos, tareas, apoyos didácticos, recompensas y
formas de evaluar.
La
teoría conductista considera a la motivación como el resultado de estímulos
externos y reforzamiento, es decir, que los individuos se ven influenciados por
castigos y recompensas. La humanista pone especial énfasis en la persona, sus
necesidades de libertad, autoestima, sentido de competencia, capacidad de
elección y autodeterminación. El individuo se encuentra centrado en
la búsqueda de autorrealización personal; y el enfoque cognitivo se caracteriza
por la búsqueda activa de significado, sentido y satisfacción sobre lo que
hace, las personas están guiadas por metas establecidas, sus representaciones
internas, creencias y expectativas.
Existe la motivación intrínseca que consiste en intereses personales,
capacidades propias, desafíos, no necesita castigos ni incentivos, la actividad
resulta compensante en sí misma; y la extrínseca que consiste en intereses
debidos a beneficios o recompensas externas que serán logrados al realizar una
tarea.
Los propósitos
de la motivación escolar son:
- Despertar el interés en el alumno y dirigir su atención.
- Estimular el deseo de aprender, esfuerzo y constancia.
- Dirigir estos intereses y esfuerzos hacia el logro de fines y la realización de propósitos definidos.
La
motivación escolar permite el logro de aprendizajes significativos, ya que
fomenta el interés y esfuerzo necesarios. El/La docente juega un papel de suma
importancia como guía pertinente que orienta a los alumnos en dicho proceso que
se encuentra ligado de manera estrecha al ambiente de aprendizaje imperante en
el aula. La interacción entre las necesidades individuales y las condiciones
socioambientales del salón son factores claves.
Para cuidar la autoestima del alumno, hay de adecuar las actividades a sus
posibilidades y facilitar las expectativas de logro. Asimismo, hay
que reconocer siempre las mejoras por muy modestas que sean y valorar el
esfuerzo por encima del éxito. Los criterios de evaluación no se deben
restringir al análisis estrictamente académico.
Los/as docentes hemos de ser conscientes que las tareas propuestas más
creativas y diferentes a las actividades habituales motivan más que las
puramente mecánicas, manteniendo viva nuestra actividad cerebral. De igual
forma, el conocimiento previo de los intereses y aptitudes de nuestros alumnos,
junto a un enfoque interdisciplinar, permiten optimizar la motivación y el
aprendizaje.
Centrarse
en el proceso y no en el resultado, el maestro/a tiene que constatar el
progreso y saber elogiar las mejoras. Y con el entrenamiento y esfuerzo
adecuados, garantiza el progreso de todos. Cuando el alumno observa una
evolución positiva y encuentra satisfacción en lo que hace, su compromiso está
garantizado.
Otra
capacidad que hay que fomentar es la autonomía. Los alumnos han de aprender a
sentir el control de la situación, asumir responsabilidades y tomar alguna
decisión como, por ejemplo, sobre su forma de trabajar.
El progreso
del día a día y el optar a la mejor versión de uno mismo constituyen el
auténtico éxito.
No se debe olvidar que cada alumno es distinto al resto y que
para que la adquisición de saberes se produzca, se debe establecer un entorno
de confianza y participación para que todos ellos se sientan parte activa del
proceso.
¿Cómo
motivar?
Establecer
límites claros en la conducta, principalmente en las edades más tempranas,
cuando se ponen las bases para que el individuo aprenda a autocontrolar su
conducta. Se debe crear un ambiente donde se conozcan unas normas y se apliquen
de manera firme y eficaz. Las normas deben ser sabidas por todos y se deben
explicar para que no sean meras imposiciones y los niños se responsabilicen de
su conducta.
También
es importante crear hábitos de estudio: favorecer la autonomía, accediendo a
que nuestros alumnos tengan cierto grado de elección, para estimular el sentido
de autodeterminación y de responsabilidad por el propio aprendizaje. Así como facilitar
un clima afectivo que les sirva de apoyo y donde nuestros alumnos se sientan
acogidos y queridos.
Con
independencia de las características particulares de los alumnos, hay una serie
de factores personales cuya activación constituyen en general una condición
necesaria para que se esfuercen por aprender (Alonso Tapia, 2005), algunos de
estos factores son:
Suscitar la
curiosidad: presentar información nueva y sorprendente, plantear problemas e
inconvenientes.
Crear la conciencia
del problema: activar los conocimientos previos y poner de manifiesto su
insuficiencia.
Mostrar para qué
puede ser útil aprender lo que se propone: hacer explícita la funcionalidad de
la tarea, emplear situaciones que conecten lo que se ha de aprender y las metas
de los alumnos.
Plantear la tarea
como un desafío orientado al desarrollo de capacidades: explicitar el objetivo
de aprendizaje en términos de capacidad y hacer que la dificultad de la tarea
se considere manejable.
¿Cuándo motivar?
Siguiendo
con Alonso Tapia (1997), la motivación debe darse durante todo el proceso de
enseñanza-aprendizaje:
Al comienzo de las actividades de
aprendizaje, captando la atención de los alumnos
Activando la curiosidad: usando
estrategias como presentar información nueva, incierta, sorprendente o
incongruente con los conocimientos previos del alumno, planteando interrogantes
o variando los elementos de la tarea para despertar la curiosidad.
Haciendo explícita la relevancia
de la tarea: ante una tarea todo alumno se pregunta: “¿Para qué necesito saber
esto?” Esta pregunta implica buscar la meta o el fin último de la tarea, de lo
que se ha de aprender y su respuesta va a condicionar los incentivos que el
sujeto va a tener para atender a una explicación, estudiar un tema o realizar
esa tarea y, en consecuencia, el esfuerzo que va a poner en todo ello.
Manteniendo el interés de los
alumnos: variando y diversificando las tareas, activando los conocimientos
previos que los alumnos poseen sobre el tema con los que el profesor va
exponiendo e interrelacionando, usando un discurso jerarquizado, coherente y
gramaticalmente cohesionado, utilizando ilustraciones y ejemplos para mantener
el interés son algunas de las estrategias que podemos aplicar como docentes.
Durante el desarrollo de las
actividades de aprendizaje, adoptándose pautas de actuación
Que los alumnos se sientan
escuchados por el profesor, de que no los compara con los demás, de que sientan
que no hay favoritismos, de que les señala los progresos y no solo lo negativo,
en definitiva que los alumnos sientan que el profesor quiere ayudarlos.
Explicitar la funcionalidad de las
actividades: mostrar su relevancia satisface una condición necesaria para que
los alumnos puedan afrontar el trabajo sin sentirse obligados, lo que ocurriría
si no descubriesen el sentido y el valor que puede tener dichas actividades o
tareas.
Impulsar la autonomía dando
posibilidades de opción, decisión y participación, facilitando que las
actividades se orienten hacia un desarrollo cada vez más autónomo del alumno.
Facilitar la experiencia del
aprendizaje: si los alumnos no están motivados por aprender porque cuando lo
intentan no lo consiguen, se requiere algo más que despertar el interés y la
curiosidad, mostrar la relevancia de las tareas o darles oportunidades de
opción para poder motivarles. Es preciso que cuando lo intenten perciban que progresan,
que experimenten que como fruto de su esfuerzo son más competentes. Para ello
son necesarias otras condiciones que tienen que ver con el diseño de las
tareas, centrándose en aspectos más significativos de los contenidos,
planteando actividades novedosas y diversas o planteando metas realistas. - Dar
importancia a la interacción entre profesor- alumno e interacción mutua entre
alumnos.
El
uso adecuado de variadas estrategias de motivación en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, encaminadas en metas orientadas a aprender, da lugar al
desarrollo de las competencias básicas y contribuye al desarrollo personal. Es
un proceso en el que debe de estar implicada toda la comunidad educativa:
alumnos, familia y maestros. En todas las áreas curriculares se pueden aplicar
diversas estrategias de motivación de manera interdisciplinar.
Los recursos
tecnológicos y las TIC hace ya tiempo que entraron en el aula. Sin
embargo, no se utilizan en todo su potencial. El material interactivo
y audiovisual, sobre todo si implica la participación activa de los
estudiantes, es una apuesta segura para despertar el interés y la
motivación de alumnos de todas las edades.
La motivación es el motor que nos permite actuar y en el
entorno escolar es absolutamente imprescindible fomentarla y educarla. No se
pueden justificar los resultados académicos negativos de los alumnos
achacándolos siempre a la falta de esfuerzo o a la desmotivación porque la
voluntad es un recurso limitado y como dice Ian Gilbert (2005): “No me he
encontrado aún con ningún niño que no esté motivado, sino que a veces ocurre
simplemente que no están motivados para hacer lo que deseamos que hagan y
cuando queremos que lo hagan”.
Los maestros/as podemos utilizar las estrategias educativas
adecuadas para enseñar y estimular a los alumnos responsabilizándonos de su
aprendizaje. Hagamos que quieran y que hagan pero sin olvidar que la motivación
requiere tiempo.